MEMORIAS INFANTILES CONCHAGUENSES

Me contaba Don Carlos que allá por los años 50, sus ojitos curiosos y vivaces de niño, estaban atentos a todo lo que ocurría a su alrededor, donde a lo lejos sonaba un cuerno o cacho de res; sus oídos prestos a los mensajes captaban el decir de la muchedumbre, aglutinada en la Colmenita (Tienda única en el pueblo en ese tiempo) ¡oy, oy! decían, hay carne de venado, han matado venado, parece que es donde don Gil por allí se oye. En efecto el sonido provenía del lado poniente de la iglesia o sea en las faldas del cerrito de Gualera (Barrio La Cruz).

La gente caminaba otras corrían a comprar y otros cipotes como Carlitos se juntaban por la pila de los leones, para ir a ver no tanto a la carne de venado o el venado colgado, sino a escuchar las chucaneadas del momento. “A mí deme dos reales, yo solo un real apárteme de hueso de costilla” se oía entre las mujeres. Alguien dijo: ¡yo quiero los huevos del venado! ¡No! contestaron, esos son de Geñito ¡Sí! decía Geño, sentado entre los hombres que se encontraban rodeando al cazador (don Gil) quien afanadamente les contaba su aventura para tirar el venado. Tello al oír él ¡Sí! de Geñito exclamo: es que Geño siempre se lleva los huevos porque dice que lo mantienen con mucha potencia. Carlitos pelaba más sus ojitos y se acercó al grupo de hombres, mirando a Geñito de frente, como queriendo adivinar, porque decían eso de él. Geño que ya era un joven hombre, miro a Carlitos y le dijo: “Mira Calichito, aprende a comer o beber huevos de toro o de venado y hay me vas a contar cuando seas hombre, vas a ser fuerte y cumplidor con las mujeres».

Todos los reunidos se olvidaron de la aventura de don Gil y comenzaron a decir chucaneadas referentes a los huevos de toro y venado. Carlitos y sus amigos, felices de oír aventuras y chucaneadas de los mayores; reían y se puyaban las costillas. Regresaban a sus casas, pero siempre alertas esperando escuchar el sonido del cacho, para ir a enriquecer al léxico Conchaguense: ¡jueeee! Y, soñarse como grandes cazadores de venados para seguirse reuniendo en la plaza del pueblo.

Recuerdos que vivieron y siguen viviendo en los corazones de nuestros abuelos y que generación tras generación les siguen narrando.

Referencias:

• Relato por Don Carlos Argelio Ramírez Q.E.P.D.